Felipe Pirela - Ganaste la partida

Artista: Felipe Pirela
Vocal: Felipe Pirela
Letra:
Música:
Ritmo: Bolero

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Felipe Pirela

La vida del "bolerista de América" pudo haber inspirado un bolero similar a los tantos que cantó. Orgullo de Venezuela, nació en Maracaibo (1941), en un hogar humilde. No tenía 13 años cuando formó con sus hermanos la agrupación ‘Los happy boys’, dedicada a interpretar los boleros que por esos años hacía famosos su compatriota Alfredo Sadel, durante la primera etapa musical del tenor.

Felipe Antonio Pirela Morón era su nombre completo. Después de su paso por un par de grupos sin mayor trascendencia, conoció a Billo Frómeta. Dicen que cuando Frómeta oyó a Pirela, comentó: “Canta como un ángel”, y lo invitó a formar parte de la Billo’s Caracas Boys. Ahí empezó para Pirela una carrera llena de éxito e inmensa popularidad. Se convirtió en voz estrella de la agrupación. Su tiempo en la Billo’s duró hasta principios de los años 60, cuando se distanció de Frómeta y decidió lanzarse como solista.

Felipe Pirela se hizo conocido en toda Latinoamérica gracias a su sello personal de intérprete: un bolerista con registro de tenor que le imponía sentimiento a cada verso de las canciones. El tema "Ganaste la partida" es parte del LP "Sin ella" de 1965.

Ganaste la partida

Ganaste la partida, lo confieso.
Me tienes ya rendido ante tus pies.
Y siento en el momento en que te beso,
el miedo a que me dejes otra vez.

Tú sabes que mi orgullo era de acero,
que nunca para nadie se dobló.
Y ahora se ha doblado bajo el ruego,
de un beso que tu boca me dejo

Por eso no me culpes si te digo,
que yo me estoy muriendo de dolor.
Por eso no me culpes si mendigo,
a gritos un poquito de tu amo.

Las hojas que ahora mismo van cayendo,
son almas que sintieron un amor.
Y así mis ilusiones van muriendo,
vendidas bajo el peso del dolor.

Por eso solamente hay un camino,
que se hizo para nunca mas volver.
Yo se que por amor está perdido,
el hombre que se humilla a una mujer.

Por eso no me culpes si te digo,
que yo me estoy muriendo de dolor.
Por eso no me culpes si mendigo,
a gritos un poquito de tu amor.